lunes, 10 de diciembre de 2007

CAVILACIONES 97 - A MITAD DE CAMINO

El olor de las galletas horneadas en esa tarde fría de invierno, afuera los ladridos apagados y distantes de algún perro callejero tratando de apalear las bajas temperaturas.
Que lindo era ver a mamá, de a ratos mientras hacía la tarea, desviaba la mirada para espiarla, tan concentrada en limpiar el mueble de la cocina, se sonreía sin que le vieran, y sin saber bien porqué, le daba algo de vergüenza estar espiando, así que se concentraba de nuevo en las cuentas de matemáticas.
Como a través de un metro de tierra, le llegaban voces apagadas, pero un zumbido en sus oídos no le dejaba entender de qué se trataba, sentía el cuerpo como relleno de concreto, un filo de dolor empezó a colársele desde el vientre…
Se había trabado de nuevo en la división, siempre le costaba entender que dentro de un número pudiera haber mas números, eso de los decimales y las pruebas no le cerraban bien… se quedó quieto mirando a su mamá, cuando esta se percató, puso esa expresión tan habitual que le hacía sospechar que no había manera de ocultarle nada… ella tomó entonces su lápiz y comenzó a explicarle de nuevo, con esa paciencia que la maestra a veces no tenía…
Si terminaba a tiempo, podría comer algunas de las galletas cuando todavía les saliera vaporcito…
El sonido de su nombre lo hizo abrir los ojos cuyos parpados se negaban a obedecer, como dos persianas viejas a las que no se las aceita desde hace mucho… quiso levantarse, pero un rayo de dolor lo mantuvo quieto en su sitio…
Hacía mucho frío, pero le gustaba comerse sus galletitas en el patio, junto a su perro “Tuerca”… lo que en su casa no sabían era que él compartía la mitad de su sueldo de galletas, ganados en buena ley por hacer la tarea, con su mejor amigo… era larguirucho, medio flaco, y no importaba cuanto lo bañara, siempre olía feo… lo adoraba, y es que Tuerca estaba incondicionalmente ahí, a su lado, no importaba el clima, la hora, el como estuviera de ánimo… era su amigo, y eso no lo cambiaría nada en el mundo… que difíciles las divisiones…
Abrió los ojos y ahí estaban todos, Melina, su esposa, Sus dos hijos Manuel y Daniel… quitecitos, aguardando, todos con una expresión mezcla de expectativa y alegría de volverlo a ver conciente…
La operación de apendicitis había sido un éxito, le dijo Melina, se quedaría internado sólo un par de días antes que le dieran el alta… el mas chiquito se agarró de la mano de su madre… eso le trajo un confuso recuerdo, de cariño, tardes frías, lugares tibios, olor a perro y una sensación de contención indescriptible… en una semana ya estaría bien y volvería al trabajo, pensó; mejor, hay mucho para hacer y una persona menos en la empresa cuenta…
La cama se le hizo molesta, y la espera insoportable, se puso molesto, y se enojó con su apéndice por sentirse inútil… ya pronto se acabaría esta tortura y volvería a su grata vida cotidiana…

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