lunes, 10 de diciembre de 2007

CAVILACIONES 91 - CABLEADO

Cerró el libro y se quedo pensando, meditabundo, observando a través de la ventana, como una perezosa nube se trasladaba en el cielo azul…
“No hay conciencia sin cerebro”, había leído… y a pesar que se consideraba a si mismo un firme creyente de la existencia del alma o el espíritu, los argumentos científicos eran abrumadores, “Córtale a alguien la cabeza y pregúntale algo, y ve si te con testa”, “habla con alguien que tiene muerte cerebral”…
Pero no era eso lo que le tenía cavilante, sino lo que eso implicaba…
Si la conciencia era fruto de la comunicación electroquímica entre neuronas, la experiencia humana se podría cifrar en esos impulsos, y si consideraba que cualquier percepción debiera ser codificada a simples pasos de corriente eléctrica y liberación de neurotransmisores, entonces eso nos dejaba en una posición de colectores de sensaciones… es decir, lo único que llega del mundo exterior, desde la mordida a una manzana, hasta el contacto con la persona más querida, no era mas que este cúmulo ceros y unos binarios que se decodifican en el cerebro y desencadenaban incluso las emociones mas nobles… entonces, la memoria no sería mas que la fijación de ciertos caminos neuronales que quedan facilitados para reproducir el efecto de la experiencia originaria…
En ese momento recordó otras palabras “No nos llevamos nada de este mundo”… y ahora comprendía que en realidad nunca podríamos tener nada… solo buscamos las cosas para que nos produzcan esas sensaciones que nos gustan.
Del universo que consideramos “real, y accesible” sólo el estimulo llega para que nuestro organismo haga el resto según la conformación biológica que nos tocara en suerte en la ruleta de la herencia genética…
Desde que nacemos hasta que morimos, solo eso… sensaciones…
De tanto cavilar, empezó a extrañar que su cuerpo le satisficiera con esas manifestaciones ahora añoradas y difíciles de explicar… entonces se fue a buscar al estimulo “novia”, para que le despertara ese “algo” en su sistema nervioso al que los científicos ubicaban en la zona límbica del cerebro, por ahí del hipocampo, las amígdalas y el hipotálamo; y aunque se sentía ahora un poco egoísta viéndolo de esa manera, estaba contento también, y se sentía reconfortado, de que ese “algo” que le despertaba únicamente ese ser entre tantos millones, permanecía a la sombra de cualquier diccionario…

No hay comentarios: