El príncipe venido a sapo, por un hechizo de una bruja malvada, estaba reposando en una hoja de loto en el medio de la laguna cuando divisó entre las matas a una bella doncella que despojándose de las ropas se apuraba a entrar al agua para ocultarse de la mirada de los posibles curiosos que pudieran rondar por las inmediaciones...
Afortunadamente, el sapo aun conservaba su voz humana y muy de a poco fue subiendo el volumen de una melodía entonada para seducir a la que él consideraba su única posibilidad para dar fin a una vida de lodo, agua y croares bajo la luna…
La Dama se encontró conquistada por la masculina voz y al ver al batracio que cantaba, sus ojos se llenaron de súbito cariño y amor, alzando en vilo al anfibio y dándole un estruendoso beso en su boquita húmeda y arrugada…
Una niebla densa cubrió la escena, luego de unas chipas y estallidos, y mas tarde, al acararse la visual, la mujer se hallaba acuclillada buscando entre las matas a su musical acompañante…
Para su sorpresa fue tomada por la cintura por una apuesto príncipe, que, para ser reconocido, entonaba la misma canción con el mismo timbre de voz que el sapo al que buscaba, y sujetándola firmemente, acercó aún más ese delgado cuerpo de cristal y seda a su fornido cuerpo de bronce bruñido, entrecerrando los ojos y relajando los labios en el intento de un primer beso de esos prometedores labios de carmín…
Ella crispó su cuerpo como un gato y con una sonora cachetada volteó al agua al confundido mancebo que no salía de su asombro… y es que ella tenía un oscuro secreto al que nadie jamás habría de confesar, y es que le gustaban solo los sapos y con uno de ellos se quería casar.
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