
- Estoy sentado delante del paciente y entonces, sin levantarme de la silla, empiezo a golpear la pared con el puño cerrado, una y otra vez sin dejar de mirarle a la cara…
Me quedo extasiado mirando como reproduce el movimiento y su expresión agitando el brazo derecho hacia una invisible pared en el patio de casa.
- ¿Qué es esto?, les pregunto….
Silencio.
- Jaja, a esa altura algunos creen que estoy loco y que no saben que están haciendo ahí, jajaja…
Expectación.
- ¿Por qué mi mano no puede pasar para el otro lado?...
Sigue moviendo el brazo.
- Algunos me contestan que porque hay una pared, otros porque la pared es dura, gruesa, otros, la mayoría, no dice nada… luego, yo les comento, “es porque hay un límite… por eso mi mano no puede pasar”…
Los dos seguimos mirando a nuestro interlocutor, nos tiene atrapados en su relato, y él lo sabe, así que se toma todas las pausas que puede, y yo, mientras, trato de absorber todo para venir corriendo a escribirlo antes que se desvanezca.
- Esta pared, no nos deja pasar para el otro lado, nos mantiene aquí adentro, pero, a la vez, impide que los rayos del sol nos quemen, nos protege de la lluvia, del viento, nos limita, es cierto, pero además nos protege… eso es lo que los “límites” hacen, demarcar un lugar de libertad y definir cuales lugares son prohibidos para mantenernos a salvo…
Claro, pienso, por la quita de libertad es que uno se revela, pero pierde de vista la ganancia de la protección. Un límite, limita (redundantemente), pero a su vez protege de lo que haya al otro lado de la pared. Concluyo.
- la gente tiene alergia a poner límites, sobre todo a sus hijos, pues les desorienta de sobremanera el berrinche que estos arman… pero como dije, si no hay límites…
Me quedo pensando en las paredes, los cuartos, las ventanas, pasadizos y altillos de mi casa virtual hecha de límites… concluyo que es muy amplia, pero que posee unas buenas paredes, bien resistentes.
La tarde sigue su paso y dejamos el mate para empezar con unos daiquiris de melón.
Primero se hizo el plano, luego las primeras paredes, más tarde algunas reformas, todos entre el arquitecto y el maestro mayor de obra, hasta que quedó firme, luego, y con el tiempo, me adueñé y empecé yo solo a seguir con las ampliaciones, los cambios y los recortes…
- ¿Qué tal si celebramos todos en calzones?- Propone…
Mi casa es bella y lo sé, no por que la pueda ver, sino porque estando adentro siento esta placidez y tranquilidad que se siente sólo si se está en el hogar.
Dedicado a Sergito