martes, 15 de enero de 2008

ÉL Y EL


Un día cualquiera salió el hombre al claro, y es allí donde se encontró con él.
Él le dijo saber todo sobre su naturaleza de hombre y le convenció de que, si le seguía, algún día podría realizar sin esfuerzo los mas grandes prodigios.
Y el Hombre aprendió a creer.
Cada mañana el hombre iba al encuentro de él para aprender sobre quién conocía más de sí que él mismo.
Y el hombre aprendió a aprender.
Él le explicó también el proceso por medio del cual el hombre se había corrompido, y le dio formulas y rituales para corregirse y convertirse en el ser que debiera.
Y el hombre aprendió a disciplinarse.
El hombre cambió su vida avocándose a ser lo que él le dijo que debía ser.
Y el hombre descubrió el esfuerzo.
Con el paso del tiempo el hombre estuvo cada vez más ocupado tratando de cumplir al pie de la letra algo, que aunque intentaba arduamente, no podía.
Y el hombre descubrió así sus fallas y limitaciones.
Entonces él le dijo que debiera perseverar, que podía ser perfecto, y el hombre fue cada día un poco más infeliz pues comprendía que si él le decía que podía y al probar encontraba no poder, la responsabilidad era suya.
Y el hombre descubrió la culpa.
Él le advirtió que una vez iniciado el camino no se podía desandar, que graves peligros le aguardaban atrás, adelante y a los costados.
Y el hombre descubrió el miedo.
Él también le dijo que la única seguridad podía ser alcanzar la perfección, pero mientras eso llegaba, él podía cuidarle y protegerle.
Y el hombre descubrió la dependencia.
Tan absorto estuvo el hombre en cumplir tantas demandas que él se fue quedando con sus tierras, su vida y su alma.
Y el hombre descubrió la pobreza.
Luego él se fue a buscar otros hombres para saciar su interminable apetito.
Y el hombre descubrió el abandono.
Al quedarse solo de nuevo y en medio de la nada, el hombre volvió a escucharse dándose cuenta que tenía todo y que él, en su eterna necesidad, nunca tendría nada.
Y el hombre descubrió así la felicidad.

2 comentarios:

dolape dijo...

Será siempre así el camino de la felicidad? Será por eso que nos equivocamos una y otra vez? Cuando el camino se bifurca y vemos una cuesta abajo y la otra hacia arriba creemos ilusoriamente que el que nos conduce a la felicidad es el que empieza con la cuesta hacia arriba y en ese caso solo transitamos por la superficie de la felicidad.
Será que la clave es comenzar por el camino hacia abajo? Siempre dudo al respecto ya que la felicidad es un estado temporal, asociado al presente y no un lugar al que se llega para quedarse.

YOR dijo...

Dolape: Simpre es un placer leerte.
La felicidad se me presenta en la vida como un chispazo, como una ráfaga fresca en un día de calor, una sensación indescriptible, intransferible, que mientras se vive parece no tendrá final, pero que irremediablemente acaba.
Una cosa es segura, donde sea que vayas a encontrarla, seguramente no será donde algún otro te indique con categoría de certeza que habrás de hallarla, sino en los baches, en las grietas, a través de los agujeros de la cortina de la realidad, donde toda sistematización se vuelve absurda, en las fallas, en las ausencias de tejido, en los escondrijos desapercibidos, ahí se alberga, ahí crece, se extiende, hasta alcanzarte, no hay nada más que vos debas hacer para llegar, sólo dejar de pensar para poder tropezarte con ella…