viernes, 4 de julio de 2008

EL FIN DEL MUNDO


Hubo un día en que ocurrió el milagro.

El que trabajaba siempre, siguió en su interminable tarea, pero en su mente, en ese instante, hubo un momento de contemplación, de esos que no se pueden explicar, como cuando te quedas mirando fijo la pared y aparece dentro de uno esa sensación de recogimiento, de no necesidad, de atemporalidad, de placentera nulidad.

El que tenía hambre desde hace mucho, siguió pleno de la corrosiva sensación, pero en ese momento se olvidó, o se acostumbró, y una sensación placentera ocupó el lugar que hace tiempo no encontraba.

El que lloraba, siguió haciéndolo, pero en ese instante fue diferente, porque sus lagrimas de pronto tenían un sentido que hizo que la satisfacción apareciera donde antes nadie se hubiera imaginado que podía estar.

El que odiaba, continuó odiando, implacable, imparable, ciego sordo y mudo, pero en ese instante, algunas cargas se movieron de lugar, algo de aire entró por la ventana de su conciencia, y se sintió amado por lo que duró ese suspiro.

El que rezaba siguió adelante con su monótono cántico, pero en ese espacio de tiempo el musitar devino en el sonido de las puertas del cielo que se abrían delante de él luego de haber abandonado la esperanza tiempo atrás.

El que soñaba y desesperaba siguió haciéndolo, pero en ese momento sus sueños se presentaron con el dulce del panal donde a diario encontrara la hiel de la no posibilidad de concreción.

El que amaba sin ser correspondido continuó atrapado en su eterna tristeza, pero por un instante fue rozado por un amor más profundo que el que pudiera imaginar, y aunque no lo entendió ni lo entendería jamás, gozó y se dejó sentir.

El que tenía miedo siguió temeroso de todo, pero en un momento inesperado se sintió seguro, y aunque fue un segundo, fue mucho pues las hostilidades y peligros se habían esfumado mostrando su esencia volátil.

Así todos fueron tocados, todos a la vez, y el mundo entero dio un giro, una cambio, 360 grados, iniciando un nuevo orden, completamente distinto.

Pero quiso el destino de las cosas y las revoluciones que al estar todo en tal sincronía, nadie se percatara del cambio, y cada cual continuó con sus vidas como si nada hubiera pasado.

Sólo cuando se hacía el silencio en sus esquivas intimidades, aparecía esa conciencia profunda, sólida, perdurable, confiable, para luego desvanecerse detrás del sonido del canal de las noticias.

1 comentario:

charlie dijo...

NO SÉ QUÉ VISIÓN TENDRÁS DEL FIN DEL MUNDO, PERO COMO TE CONOZCO SÉ QUE SERÁ ALGO POSITIVO, YO LE LLAMO EL "FIN DE ESTE MUNDO" Y AUNQUE PAREZCA QUE TODO SIGA IGUAL, CREO QUE SERÁN OTROS LOS HORIZONTES, MÁS ESPIRITUALES POR CIERTO...
CARIÑOS