lunes, 11 de enero de 2010

MODO



De chicos jugamos a la despensa, hacemos billetes con etiquetas de cigarrillo e improvisamos mercaderías con latas viejas y trastos olvidados.

Cuando chicas jugamos a ser mamás y empujamos orgullosas el cochecito por la vereda.

Jugamos a las escondidas, a el ladrón y el policía, a conducir un auto, a construir nuestra casa, a invitar a los vecinos a almorzar, a ver tele en una caja de cartón, a cabalgar toda la tarde sobre la escoba cual brioso corcel.

Luego llega la maternidad en serio, la plata en serio, la comida en serio, la hipoteca en serio, el auto en serio, los vecinos en serio, la tele plana en serio…

Y nos ponemos SERIOS.

Ya nada es divertido, se nos olvida que nosotros solos nos metimos en los zapatos que vestimos día tras día.

Dejamos de creer que es un juego, reescribimos el guión.

Pero sigue siendo un juego, y como tal tiene un final.

La pregunta no es si quieres jugar o no…

…sino “cómo” quieres hacerlo.

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