miércoles, 13 de enero de 2010

DENTRO Y FUERA



La habitación vacía bostezaba con la ventana abierta de para en par.
Y como no sabía de árboles pensaba que eran un adorno que ensuciaba más de lo que decoraba.
De las nubes que eran pomposas y molestas ya que llenaban sus paredes exteriores de humedad.
Del viento decía era un violento visitante que hacía peligrar sus cristales.
A las estrellas las encontraba bonitas pero sosas.
La gente le gustaba.
Los muebles en su interior también.
La habitación era esquiva y resentida, pasaba el tiempo mal juzgando a todo aquello que no podía contener por considerarlo inútil.
Un día la casa envejeció empezando a representar un peligro para sus habitantes, se vendió el terreno como lote y la orden de demolición llegó.
Cuando le volaron el techo el cielo le pareció más amplio y bello.
Cuando le sacaron una de las paredes el jardín se le presentó más impactante en sus colores.
Cuando ya no había paredes el viento le fue refrescante.
Y cuando no quedaban ya ni los cimientos y el todo la invadía y circundaba, la habitación comprendió lo mezquina que había sido su existencia.
Pero ya no era ni volvería a ser nunca más.

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