viernes, 20 de noviembre de 2009

ANTES



No puedo decirte la verdad, diría Andrea avergonzada, mientras jugaría con un rulo que caería plácido sobre su frente, eso le contaría a José su abuela en esa tarde de otoño que nunca olvidaría, quién luego explicaría a Martincito, su hijo mientras él sostendría el portarretratos de foto color ámbar, extraño recuerdo pensaría Martín ya grande esa tarde delante del mismo lago sentado junto a su esposa que luego contaría una y otra vez la misma historia a su hija, que años después hablaría a su novio de ese paisaje abrumador y de la de la tarde en que le contaron la habían concebido, como un modo de estar más cerca, mientras jugaría con un rulo que caería plácido sobre su frente.
Pero Andrea dijo la verdad, y nada ocurrió.

5 comentarios:

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Es que las buenas historias no se repiten. ¿Acaso Andrea esperaba repetir otra concepción?
Me pareció muy sensual el juego con el rulo de Andrea y la foto hermosa.

YOR dijo...

Hola Paula: Gracias por leerme, la verdad lo empecé tranqui y luego al leerlo me pareció enredado... que se yo.
Este escrito habla sobre las veces que armamos universos enteros en nuestras cabezas para luego hacerlos desparecer ante la primer decisión tomada... es fascinante.

sergio dijo...

Qué suerte que Paula entendió algo porque yo, la verdad, al tercer "ría" me perdí. ´Me perdí del todo.

YOR dijo...

Sergio: Es que me salio redactado como el traste... uno de los hijos menos logrados... en fin...

Miguel dijo...

¿Universos enteros para escapar de la realidad que nos toca vivir o por 'x' motivos?. La realidad es contundente, única...
Saludos Yor!