jueves, 8 de mayo de 2008

VELOCIDAD


- No te estoy recriminando nada, sólo te digo mi opinión...
Dijo ella jugueteando con el borde de la servilleta de papel y los antebrazos rodeados de manchas de café que amenazaban sus blancas mangas.
Él miraba por la ventana, y aunque podía oírla, su mirada se había enganchado en un anuncio de pasta dental adosado al costado del sesenta.
De a ratos tenía la impresión que su silla se movía hacia atrás, la mesa y el café entero se movían también en dirección opuesta al fluir del tránsito, como en los andenes de las estaciones, donde uno va caminando al lado de un tren que comienza la marcha y aparece la esa sensación de desplazamiento en sentido contrario.
Oía las mismas palabras y le quedaba claro que él sin moverse iba en dirección contraria a la de ella.
El café seguía moviéndose hacia atrás, hacia el río, y tal vez, sólo tal vez – Pensó él- se hundiera con ellos metidos dentro, inundando la estancia, logrando que ella se moviera más lento al estar en un medio más denso, y le permitiera alcanzar el estribo del último vagón de ese tren que sabía lleno de reproches e incomprensiones, pero que valía la pena tomar ya que pensaba, podía ser el último.

1 comentario:

sergio dijo...

Si así se sintieron los que me abandonaron, entonces no la pasaron tan bien.

Ergo, me arrepiento de haberles deseado que los atropellara un tren.