miércoles, 21 de mayo de 2008

TALLA


Calle gis y los zapatos haciendo eco en la madrugada de mayo. Lluvia finita de esa que te enfría la cara y no deja ver bien, ni te digo si usas lentes; las persianas de los negocios cerradas hasta el piso, grandes candados, basura cerca del cordón, en los canastos, en la vereda, en la calle, ¿A qué hora pasará el camión recolector?, se pregunta. Aprieta los brazos contra el cuerpo, hace frío para ser esta época del año.
Acababa de despachar a Laura, era la número “n”, ya había perdido la cuenta de cuántas eran, y como no tenía por costumbre anotarlas, se olvidaba, no le gustaban las listas, le hacían acordar al servicio militar.
Al llegar a casa ella le estaba esperando. Ella siempre estaba. Era perfecta.
Sólo un poco silenciosa.
Ahora que Laura se había ido para siempre, ella parecía satisfecha, e incluso con un renovado ánimo que se reflejaba en el color de sus mejillas y la comisura de sus labios.
Laura no había dado la talla.
Hay ropa que cuando la compras te puede quedar un poco grande o chica, pero que con el uso se va acomodando a la forma de tu cuerpo, hasta que te olvidas de que al principio no te quedaba.
Había habido intersticios, espacios que ella había tratado de llenar en los seis meses viviendo juntos. Él creía que incluso la que aún estaba a su lado de modo permanente, incluso ella, parecía haber modificado su forma para contener a Laura.
No había sido posible.
Ella era silenciosa porque no tenía boca, no tenía pelo, pero tenía ojos para mirar.
Y hambre.
Solitaria compañía la de ella, como un molde de yeso, que vale no por su forma exterior, sino por el vacío que alberga dentro. La “contraforma” le habían dicho una vez.
Ese vacío que había tragado “n” personas.
Ella tiene hambre. Siempre.
Otoño 58.
Se preguntaba si la solitaria compañía le servía, después de todo no se podía hablar con ella, mucho menos discutir, ella era su hija y su madre, era todo lo que él esperó siempre de una mujer, el parangón contra el cuál medirlas, el espacio a llenar, el entramado de expectativas, los que ellas deben, lo básico elemental necesario, el requisito previo, la presencia de la ausencia, ausencia con forma, contraforma, contraforma a llenar…
Se quedó mirando la pared mohosa, el vapor del mate separándolos, como fijando la vista en un par de ojos ausentes, “Laura”, pensó, como un suspiro, como una ausente ausencia…

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