martes, 2 de noviembre de 2010

CUESTIÓN DE CÓDIGOS



Hubo una vez un número que cayó perdidamente enamorado de una letra.
Ella era exquisita, con curvas sensuales, su legibilidad era despampanante y su gracias… su gracias, sus ascendentes y descendentes, sus ojos, era ella un sueño encarnado.
Un día se reunieron para dar cauce a su amor, entonces él propuso y habló por horas y ella asentía una y otra vez. Pero cada vez que ella quería aclarar algo lo hacía en letras y él solo hablaba números, entonces, aunque él entendía lo que ella decía, no era lo que el había querido decir, entonces él volvía a explicar.
A ella le pasaba otro tanto cuando trataba de que él la comprendiera.
Al cabo de un tiempo ni sus curvas ni sus gracias alcanzaron a compensar tanta frustrante incomunicación.
Tuvieron sexo por un tiempo más y luego dejaron de verse.
Los amigos de ella piensan que él fue una mala decisión y cada vez que ella trata de explicarles lo que él solía contarle, pasándolo a idioma letra para que le entiendan, ocurre lo que los números pasados a letras tienden a sonar de lo peor.
Sin embargo, en los recuerdos grabados en su idioma original, ella sabe que lo que él le recitaba al oído era un canto de amor y libertad.

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