miércoles, 29 de septiembre de 2010

UN METRO



Imaginemos que la meta más grande a ser conquistada está separada de vos por sólo un metro lineal, y que sobre esa meta has puesto la expectativa de realización absoluta, que tu vida cambiará, que serás reconocido por fin como persona, hijo, padre, madre, profesional, deportista o lo que sea; imaginemos también que, como ocurre con ciertas metas, si no la conquistas, el sentido de tu vida se verá sacudido hasta los cimientos y que es muy probable incluso que empieces pensar seriamente sobre la utilidad de tu vida.
Trazo en el suelo una línea con tiza, marco a un metro otra línea paralela a la primera y te pido que simplemente saltes de un lado al otro.
Suena fácil de hacer, casi como jugar a la rayuela, tiza, piso y saltos.
Pero nos olvidamos que con tanta expectativa te lo has complicado un poco más y que las dos líneas en el suelo no serían adecuadas para representar la verdadera situación de las cosas.
Un metro lineal, pero entre las dos edificios a veinte metros de altura puede ser un mejor modelo.
De pronto no es tan fácil saltar, hay mucho más que perder y el peligro te cierra la garganta, te acelera el ritmo cardíaco, te hace palidecer y el viento en el abismo que te separa del ansiado lugar te eriza la piel.
Un metro sigue siendo un metro, nada más.
Todo depende de que tan complicado quieras hacértelo.
Nos ponemos serios y lo hacemos del modo difícil o recordamos que éste es simplemente otro juego, como otros miles, que jugarás antes de que se termine la hora de recreo que hemos dado a llamar “vida”.
¿Jugamos?

1 comentario:

Jorge Mezzabotta dijo...

Dale... juguemos... ´
para quien, como yo, se ocupa de trazar rayuelas, no está mal jugar un rato...