jueves, 13 de marzo de 2008

CARA y SECA


Puedes mirar, medir, pesar, tocar y describir con un pequeño margen de error a una rama de árbol, y esto es posible gracias a que en más de su 90% está muerta. El interior es tejido muerto, el exterior también, lo vivo es una pequeña lámina por donde circula la savia entre ambas partes.
Si quisieras arribar a certezas con un brote recién salido y poder predecir las mismas características en la rama que algún día será, el margen de certeza disminuiría considerablemente. Una rama nueva tiene casi un 100% de tejido vivo.
La vida crece en la incertidumbre, la muerte es estática y certera.
Cuanto más seguridades tengas sobre quién sos, que quieres, que crees, qué te gusta, más predecible serás y menos factible de cambio.
Las reglas son cosas que una vez concebidas dan estructura al árbol, le permiten estar de pié, sostienen la vida, pero son aspectos muertos.
Cuanto más pasa el tiempo, más crece el árbol y más tejido muerto necesita para sostenerse.
Ambas cosas son necesarias, la vida y la muerte, en un equilibrio dinámico.
La vida es incómoda, movediza, luchadora, irracional, salvaje y busca conquistar espacios nuevos.
La muerte es tranquila, quieta, pacifica, racional, doméstica, no quiere nada y nada pide, simplemente se regocija en estar.
¿Cuánto de vivo y de muerto llevas contigo?

1 comentario:

sergio dijo...

Muy interesante el planteo del post. Prometo pensarlo un poco, pero así, de una le digo que tengo bastante tejido muerto.

En cuanto lo medite mejor, regreso.