
No es ahí, es en otro lado que todo ocurre, todo pasa.
Raza de superpoderosos, reyes manipuladores del tiempo y el espacio, capaces de grandes maravillas, magos olvidados de su magia.
Ellos pueden hacer que las agujas del reloj queden en una hora específica por días, semanas, meses o incluso para siempre.
Y aunque a veces pueden tener la ilusión de detener el paso del tiempo para sus cuerpos, éste es el límite de su poder, ya que aunque pretendan estar para siempre agarrados a un segundo determinado, como arena entre los dedos, el segundo se deshace cuando el mago muere por efecto de la vejez.
Saltan al futuro también, construyen y destruyen proyectos, cosas y casas, seres y relaciones, amores y penas, todo en el aire, en la nada, y para ello sólo pagan el precio de una ulcera estomacal, un poco de alopecia, ronchas, o en los casos más benévolos, mal ánimo para con los demás.
Nada más peligroso que un mago olvidado de su magia, de su gran poder, pues lo usará de manera irresponsable, destruyendo donde cree construir.
Por lo general estos reyes terminan atados a alguna piedra del pasado y tironeados por alguna bestia salvaje que concibieron en el futuro, atormentados, desgarrados, enojados, despotricando contra la creación en su totalidad.
Olvidados de su poder.
Olvidados de que la vida no transcurre ni atrás ni adelante.
Olvidados de que la muerte vendrá a buscarlos hayan o no vivido.
Olvidados y atontados.
Magos torpes esperando por el hechizo final que los borre de una vez de la faz del planeta para acabar con tanto sufrimiento.
O tal vez, algún día se despierten…