jueves, 25 de noviembre de 2010

SINECDOQUE




El apuro, lo urgente y lo que aparenta ser impostergable se nutre de nuestras ganas y nos arrastra de las narices haciéndonos pensar que la vida va a seguir así hasta el infinito, acelerando el ritmo cardíaco, quitando el sueño, desencadenando sucesiones de pensamientos que tiranamente descalifican, provocando diarrea, alopecia, falta de aire, palpitaciones, sudor y temblores.
Nos hacemos creer que siempre ha sido así, que siempre va a ser así.
No es verdad.
El micro contexto esclaviza cuando perdemos la visión del macro contexto.
El árbol no deja ver el bosque.
Hasta que algo o alguien tala el árbol… y ahí nos despertamos como de un seño, aturdidos, enojados, violentados y empezamos a pensar de que viene todo esto realmente…
Me quedé sin trabajo, me dejaron, dejé a alguien, me echaron de casa, me dijo que me odia, me quitaron lo que más quería, choqué el auto, me quedé sin una pierna, sin el oído, sin la vista, sin familia…
Cachetones que despiertan, despabilan… cachetones que no son necesarios para despertar… a veces sólo hace falta querer ver, y quitar el pié del acelerador para mirar mejor el paisaje.
Pero la sensación de urgencia, decimos… Y nos zambullimos de nuevo en la locura.
Hay muchas historias de cacheteados que despertaron a la vida y de otros que decidieron sumirse en un sueño mas profundo y definitivo enojados por el impacto.
Pero también hay cada vez más historias de gente que despierta sin necesidad de bofetadas.
Despertar a una realidad mas extensa que la minucias que reclamamos como importantes y que de aquí a un par de días ni recordaremos, a una vida mas rica, mas compleja que lo que te enseñaron que era y que de hace rato te percataste que no es, a un macro contexto, a un bosque en su esplendor, a la aventura de cada día, a la misma aventura en la que crees estar inmerso ahora, pero esta vez vivirla por primera vez despierto.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

MENOS TRES



De todas las personas del recinto tuvo que pasarle a él, eso es lo que pensaba el carpintero mientras lo trasladaban en camilla a la sala de emergencia.
La mano derecha sostenía el improvisado paquete de vendas que cubrían su mano izquierda.
En el quirófano escuchó algo sobre la gravedad y la imposibilidad de reinjertar no se que…. Luego la ART decidió que debía quedarse en su casa por algún tiempo y que se barajaba la idea de una jubilación por incapacidad.
El carpintero solía pasar horas mirando el hueco que había quedado entre sus dedos meñique y pulgar… índice, cordial y anular eran palabras no aplicables a su mano izquierda, nunca más.
Como suele pasar con los cambios repentinos y con nuestra pasmosa manera de adaptarnos a las contrariedades, meñique y pulgar empezaron a ser mas que suficientes para agarrar el mate, levantar una taza… y luego sostener tablas, clavos y levantar pesos considerables…
De pronto los tres dedos no fueron mas necesarios, la vida seguía adelante y la jubilación anticipada pasó a ser una vana amenaza.
El carpintero recupero su vida aunque no sus dedos y miraba a veces por diversión, las cosas a través de la horqueta que le había quedado por mano izquierda y sentía que lo que por ahí se veía era diferente, como con más color, más vívido.
Él aprendió también a reírse y bromear haciendo movimientos y proezas con los dedos restantes.
Y todo siguió su curso, todo volvió a la normalidad, y todos olvidaron el incidente, incluso él…
Uno se adapta, crece, evoluciona, olvida…
…aunque a veces, de tanto en tanto, el vacío de su mano izquierda le recordaba el dolor, la sangre, y la desesperación también le hablaba de cómo, la anestesia, llega tarde o temprano a cubrirlo todo.

martes, 16 de noviembre de 2010

AMANECER



A esta altura de las circunstancias me vengo a dar por enterado que nada de lo que yo haga podrá jamás satisfacerte.
Que además no soy tan importante en tu vida como para que pienses que no puedes vivir sin mi o consideres el suicidio ante la idea de perderme.
Que soy prescindible y que, aunque duela la ausencia, la vida va a seguir y los caminos de ambos seguirán desenrollándose como una alfombra hasta el horizonte.
Que nunca importó lo que hice, así como no importa lo que haga, pues siempre dependió de cómo te tomabas las cosas y de cómo te las tomas hoy.
Que seré una foto en un portarretratos que de policromía pasará a sepia, para ser blanco y negro, para quedar un día sin grises, y luego sin negros.

A esta altura de la circunstancia me vengo a dar por enterado de la feliz noticia de que nada de lo que haga podrá jamás satisfacerte, quedando yo libre de ser quién soy y hacer lo que quiera.
Que soy libre de tus penurias, de tus tristezas, e incluso de tu final.
Que aún en la tristeza seguimos andando.
Que no podré convencerte jamás de nada y que toda la energía que solía invertir en ello me queda ahora a mi para ser disfrutada.
Que de nada sirve aferrarse cuando la corriente se empeña en llevarte rio abajo y que es mejor acomodarse para el viaje mirando al cielo azul y las copas de los árboles que quedar prendido en las orillas rocosas mirando el fango.

Hoy me di cuenta que no soy porque no quisiste que fuera
Que nunca hubiera podido ser ni aún queriendo
Sin importar los pensamientos
Los sentimientos
Las acciones
Las omisiones

Hoy me di cuenta cuan sobrecogedoramente libres somos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

INSIGHT




Miles de peleas, discusiones, ausencias, omisiones, desprecios y denigraciones se despertaban cuando ella le hacia “eso”…
…y nuevamente todo ardían como el fuego, quemaba desde las entrañas, nublaba el pensamiento, le arrastraban a las mas oscura de las cuevas calmando desde lo profundo por sangre…
…porque desde siempre había pensado en ella como poderosa, como inteligente, como deliberadamente malintencionada…
…pero hoy, luego de muchos años, pudo verla en su real condición, verla como alguien infeliz que desperdiga infelicidad por ignorancia, por no saber como vivir, porque no le enseñaron, o porque nunca quiso aprender…
… y el fuego se apagó, se hizo la luz, el odio se fue dando lugar a un nuevo torrente de extrañas, agradables y vertiginosas sensaciones…
…al liberarla a ella se había liberado él también y la brisa fresca volvió a acariciarle rostro.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LAS CACAS DE NADIE



Las ratitas corrían bajo el andén, era una noche cálida de verano y la estación de trenes estaba prácticamente vacía.
- ¿A dónde nos vamos?...
- No sé –Dijo el hermano mayor
Y la noche seguía su mudo curso bajo el techo de chapa en medio del reinante olor a excremento.
Una vez, hace tiempo, el hermano mayor le había preguntado si alguna vez había visto a esas personas que defecaban entre las vías y salían corriendo… el más chico nunca se había percatado de ello, pero era cierto que aparecían cacas todos los días y de sus autores no había noticias… luego, entre risas el grande le había explicado que los inodoros de los trenes tiene un agujero que va a parar bajo el vagón y que cuando el tren estaba esperando en el anden algunas personas estaba haciendo lo suyo y era eso lo que caía directo al espacio entre las vías quedando tirado a la vista de todos… a las narices de todos.
- ¿Y si vamos a la casa de la tía?
- No, quédate tranquilo, ya vamos a ver que hacemos…
Uno tenía 9 y el otro 13, el de 9 confiaba plenamente en el de 13.
Las horas pasaban lentas, perezosas, pegajosas.
El verano suele ser caliente e incómodo, incluso de noche, pues no corre viento y los mosquitos salen a procurarse la cena.
- Creo que ya se le debe haber pasado, volvamos a casa… -Dijo el más chico-
El más grande lo miró para apurar un argumento, aunque él sabía que si le decía simplemente que se quedaran toda la noche él aceptaría sin chistar… lo seguía a todos lados desde que tenía memoria, sin embargo se quedo quieto mirándolo en silencio, el de 9 quedó expectante, el de 13 empezó a cambiar la expresión dura del que busca justicia por los azotes propinados de modo injusto por una mirada de comprensión, de ver al otro tan menudo, desalineado, con la cara manchada con tierra de las lágrimas secadas con el antebrazo.
La explosión de hace unas horas atrás se sentía ahora tan lejana como si fuera parte de otra vida, de otra gente.
Él era responsable por su hermanito.
Le dio una palmadita de mano grande en hombro flaco y le dijo:
–Vamos a casa…
El otro sonrió porque sabía que si el gigante lo decía era porque ya no había nada que temer.
Y así volvieron juntos al hogar, el uno con el otro…
…el uno por el otro.

martes, 2 de noviembre de 2010

CUESTIÓN DE CÓDIGOS



Hubo una vez un número que cayó perdidamente enamorado de una letra.
Ella era exquisita, con curvas sensuales, su legibilidad era despampanante y su gracias… su gracias, sus ascendentes y descendentes, sus ojos, era ella un sueño encarnado.
Un día se reunieron para dar cauce a su amor, entonces él propuso y habló por horas y ella asentía una y otra vez. Pero cada vez que ella quería aclarar algo lo hacía en letras y él solo hablaba números, entonces, aunque él entendía lo que ella decía, no era lo que el había querido decir, entonces él volvía a explicar.
A ella le pasaba otro tanto cuando trataba de que él la comprendiera.
Al cabo de un tiempo ni sus curvas ni sus gracias alcanzaron a compensar tanta frustrante incomunicación.
Tuvieron sexo por un tiempo más y luego dejaron de verse.
Los amigos de ella piensan que él fue una mala decisión y cada vez que ella trata de explicarles lo que él solía contarle, pasándolo a idioma letra para que le entiendan, ocurre lo que los números pasados a letras tienden a sonar de lo peor.
Sin embargo, en los recuerdos grabados en su idioma original, ella sabe que lo que él le recitaba al oído era un canto de amor y libertad.