viernes, 20 de noviembre de 2009

ANTES



No puedo decirte la verdad, diría Andrea avergonzada, mientras jugaría con un rulo que caería plácido sobre su frente, eso le contaría a José su abuela en esa tarde de otoño que nunca olvidaría, quién luego explicaría a Martincito, su hijo mientras él sostendría el portarretratos de foto color ámbar, extraño recuerdo pensaría Martín ya grande esa tarde delante del mismo lago sentado junto a su esposa que luego contaría una y otra vez la misma historia a su hija, que años después hablaría a su novio de ese paisaje abrumador y de la de la tarde en que le contaron la habían concebido, como un modo de estar más cerca, mientras jugaría con un rulo que caería plácido sobre su frente.
Pero Andrea dijo la verdad, y nada ocurrió.

viernes, 13 de noviembre de 2009

REFLEJO FUERA DEL TIEMPO



Polvo “penetroso” se llamaba la fécula que se usaba para almidonar telas en Grafa.
Varias cajas se echaron a perder y se las regalaron a mi viejo, el cual las dispuso en un ex gallinero de la finca.
ÉL lo mezclaba con agua y se lo daba a los chanchos.
“Fin de semana de supervivencia” le llamábamos a pasar sábado y domingo en la finca con poca comida.
Nos cagábamos de hambre.
Una vez invitamos a un nuevo amigo: “Robles”
Él era mejor que nosotros en el club de dibujo, además era más grande y la tenía bastante mas clara en todo.
No sé si fue por envidiosos o porque estábamos muy al pedo.
Llegó la noche y Raulito, Dalmiro, Gabriel y yo listos para la acción:

ACTO I
Jorge dice haber escuchado un ruido en el corral de los chanchos, tranquiliza al resto que muestra un nerviosismo moderado y sale, linterna en mano, a averiguar qué estaba pasando.
Afuera sopla un viento caliente (viento norte) del que dicen es el preferido de los practicantes de magia negra, aparecidos y alimañas del monte.

ACTO II
Jorge no vuelve, el resto empieza a extrañarse, Raúl y Gabriel salen a su búsqueda, quedan solos en la casa Dalmiro y Robles.
Se escuchan ruidos fuera. Cadenas sobre el piso de ladrillos. Algo blanco atraviesa la ventana. Dalmiro se muestra sinceramente asustado, sin muchas explicaciones deja abandona a Robles y se pierde en la noche.
Afuera, a lo lejos, el sonido del viento en los pinos hace pensar en cantos fúnebres.
Robles queda solo dentro de la casa.

ACTO III
Pasa el tiempo y ninguno vuelve, algunos ruidos del viento jugando en la chatarra empiezan a parecer de otra naturaleza al ser cada vez más fuertes.
Robles duda, hasta que no aguanta más y abre la puerta, mira en dirección de los corrales, nada, mira hacia la tranquera, nada.
Se aventura a lo desconocido sin más luz que la de la luna que tiñe todo de plata.

ACTO IV
Una forma brillante de mil brazos aúlla, sisea y grita con múltiples bocas y le salta encima desde un costado de la casa.
Robles lanza un grito que se escucha kilómetros de distancia, mientras se sacude tratando de desprenderse del abrazo mortal.
El corazón se le desboca, la respiración como un trueno, se lanza hacia atrás, las pupilas dilatadas le permiten ver mejor.
Cuatro pelotudos cubiertos de blanco completo de pies a cabeza, completamente entalcados (Habíamos tenido al perecuación de no mostrarle el depósito de penetroso durante todo el tiempo previo a urdir nuestro maravilloso plan)
El miedo da lugar a un odio que se expresa en su mirada y su boca que va empequeñeciendo.
No dice nada, da media vuelta y se pierde en la casa.

ACTO FINAL
Robles se pasa el resto del domingo hasta entrada la tarde encima de un algarrobo. Con un bolsito con provisiones pasa el día sin dedicar palabra o mirada al grupo de pendejos inconscientes que se pasan la tarde en la represa.
A la noche llegan los adultos.
Comemos como enajenados.
Robles nunca más nos dirige la palabra.

EPILOGO
La vida adulta termina por separar a los cuatro inseparables, existencias diferentes desparramadas por los cuatro puntos cardinales.
Diez años después encuentro a Robles en la calle, me cuenta que está casado, que no quería pero que un hijo apuró la decisión. Tiene la misma cara, pareciera que el tiempo no hubiera pasado para él. Nos despedimos. Nunca más lo volví a ver.
Lo que más recuerdo de aquél día es el hormigueo, esa sensación alocada que desde el pecho hacía que mis pies se aligeraran, que la fuerza fluyera a mis brazos, esa inconciencia que empujaba la carcajada que se reprimía en la garganta para no arruinar la obra de teatro, esa inconciencia estúpida de revolcarme en la fécula perdido en la oscuridad del viejo gallinero.
Aún hoy busco y encuentro excusas para dejarme atrapar por esa sinrazón de jugarme el alma por la excusa mas nimia y en ese acto me reconozco más claramente que nunca en ese espejo, que más fiel que cualquier artilugio de plata y cristal, me devuelve mi verdadero ser con una claridad inusitada.

viernes, 6 de noviembre de 2009

DEJEMONOS DE JODER



Rifate, vendete, sacate cagando de una puta vez
Decile chau al desgraciado que le hecha sal a la comida antes de probarla
Al cara de ojete que vive hablando de los defectos de los demás
Al cabrón que se para al costado de tu cama para juzgar pésimo tus habilidades como amante
Al zorro que cree que sale ganado cada vez que se caga en alguien y lo único que consigue es quedarse cada vez más solo
Al pelotudo que se le pasan las mejores por estar más pendiente de lo que pasó ayer o de lo que podrá pasar mañana que de lo que está pasando
Al hijo de puta del juez que permanentemente te dice que todo lo que haces nunca es suficientemente bueno o al menos atinado
Al llorica que no para de masacrarse la cabeza, el corazón y el alma con cosas que pertenecen al pasado
Al modelo de perfección que tenés enquistado en la médula espinal que desde hace unos días parece más vivo que vos con esa cara de hecho bosta
Manda a la mierda a los “si yo hubiera o hubiese”
Amontonalos en la churrasquera, echales kerosene y tira un fósforo prendido
Cuando no quede nada de nada, sacudite las cenizas como hacen las gallinas con el polvo y vení afuera que hay un sol espectacular!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

MAMITA!




Cual pulgón pierdo las patas en contacto con tu piel
Pienso con tu cabeza, lato en tu corazón
Doblego en vos todo lo que no sea un nosotros
Me extingo en el placer de dejar de existir
Hacemos uno nuevo de la suma de los dos

Sin patas peso
Tan tonto que ya no entiendo
No hay fuera que pueda ver
Que será de mi sin un nosotros
Ese uno de varios

Me engancho
Cuelgo y peso
No quiero mi ser
Ni siquiera está
no estoy

Vos
Vos
Vos
Luego
nada

lunes, 2 de noviembre de 2009

INTERPRETE



Sentado ante la sonrisa amplia de teclas negras y blancas una vez más se sentía apabullado por lo que pensaba era una falta de creatividad vergonzosa.
Utilizaba el término “fracaso” para referirse a su experiencia con este instrumento.
Si no había partitura delante, sus dedos nada reproducían.
Mediocre era otra de las expresiones comunes en su cabeza, y aunque el resto de la gente la halagara por su virtuosismo, ella no se sentía diferente a un reproductor de mp3 o una cinta grabada por otro.
Yo no soy la creativa, se decía, soy el medio para que se exprese el que compuso la pieza.
Desde los ocho años de dos a cuatro horas diarias, cuando le dijeron que eran necesarias seis para entrar a la orquesta perdió el interés.
Una noche fue al teatro con algunas amigas, ya había visto la obra el año anterior, pero el cine tenía propuestas nada gratas, entonces se sentó en la butaca con poco interés.
La butaca y lo incómodo era más interesante que escuchar al relator de una historia ya conocida.
Será por la negación o que la distracción hizo que la agarraran con las defensas bajas que en un momento de la obra el actor principal logró engañarla, de pronto el escenario no era tal. Ella se encontraba metida en medio de un mundo de intrigas y drama. Rió con ellos, lloró también y aplaudió hasta que le dolieron las manos, luego se excusó con sus amigas y urgida tomó un taxi hasta su casa, abrió la puerta y atravesó la sala como una ráfaga, puso la partitura y empezó a tocar.
Tocó como nuca lo había hecho, con el alma, con el corazón, se despeinó, se sudó entera, entró en éxtasis hasta que la luz de la ventana le avisó que el tiempo había pasado.
Cuando su gato se coló por la ventana se levantó con los dedos agarrotados por la exigida noche y lo alzó entre sus brazo bailando juntos un vals imaginario.
Ella era inmensamente feliz, por fin había podido matar al autor.