lunes, 26 de enero de 2009

DURA SALIDA



Parecido a cargar con el peso de algo vacío: Un velorio en medio de un parque de diversiones.
Parado en la vereda, hojas indiferentes diciendo otoño, hollín y carteles deslucidos.

- Si hubiera tenido la oportunidad de volver el tiempo atrás, ¿Lo haría de nuevo?

Como descender de un vuelo, pero sin tren de aterrizaje, el duro suelo. Tierra firme después de todo.

- Es temprano para saber decir. Cuando me golpeo espero un rato, incluso unos días a veces, para ver que me pasó realmente antes de apurar un juicios. Te confieso que un “nunca más” me anduvo martirizando.

Las benditas pérdidas.
El dolor era claro, pero había algo más, algo subyacente.
Ensayaba, mientras, una y otra vez la escena en su cabeza. Su entrada, la del otro, las caras, los timbres de voz, la sentencia.

- ¿Lo haría de nuevo?

Hubo dañó, ruptura, solicitud de perdón, excusas por falta de opciones: ocultar y mentir o hablar de una buena vez y por todas.

- No me gusta mentir.

Extrañaba el alto pedestal en el que solían ponerle, los halagos, los mimos, la calidez, la sonrisa franca y generosa…
Descubrió cuanto duele la caída desde tan alto, todo por no ser el que creía el otro que era, por no llenar el formulario, no hacer lotería, no ser el que pretendía debiera…

- Creo que mentí a todos, incluso a mí mismo para estar al menos un rato más ahí arriba…

Desde allá arriba solía verse hasta el horizonte y a brisa le acariciaba cuando el calor arreciaba…

- Abajo es raro, inhóspito, inexplorado.

Demoró bastante en darse cuenta que después de todo la superficie del pedestal era escasa y que abajo los ojos se pierden en el horizonte.

- Junto a la estatua de mí se rompió algo más.

Lo indescriptible se fue haciendo claro y doblegando al dolor.

- ¿Lo haría de nuevo?

Una y mil veces.

- Lamento haberte hecho doler y presentarme ahora tan humano luego de haber mentido tanta perfección.

¿Habrá un lugar para habitar en esta nueva situación?

- Ahora que sé, lo haría una y mil veces más…

Libertad se llama esto, y pretende una conquista incluso por encima de quién la porta.

- Libertad, digo, y me vuelve el alma al cuerpo…

lunes, 12 de enero de 2009

EL DUEÑO DE LA HISTORIA


VICTORIA!; Afiche de Shigeo Fukuda

Imágenes sin ton ni son, un pitido, sonrisas, anuncios de lluvia y números de lotería, yogur para ir al baño, playas y culos broceados.
Apago la tele.
Antes de levantarme de la silla me doy cuenta que me falta un pedazo, imagino que, a juzgar por el estado de la piel, lo que sea que hubo en ese lugar, me lo habrían extirpado hace rato.
Vos me sacas de mi ensimismamiento empezando de nuevo con tu conocida cantinela, me vuelves a decir que los tiempos que corren son más violentos que antes, que en el noticiero dijeron, que en el diario salió, que en la despesa esto y en la calle lo otro…
Me toco el costado en la parte suave, me pregunto que es lo que habría originalmente ahí.
Tomo aire, y son un suspiro, vuelvo al ataque una vez más para expresarte que la historia humana es una hecha de violencia, asesinatos y sangre regando las calles antes que estas se inventaran, de espectáculos donde animales comían a las personas vivas para diversión de otras, niños en plazas mirando gente quemarse, torturas en público, ahogamientos, cepos con prisioneros hasta que se mueran de hambre en medio de la cotidianeidad del mercado, exclusión, persecución, dos guerras mundiales, el despecho de un país perdedor hecha presente en una bomba atómica sobre un montón de civiles, etc., etc., etc…
Como siempre te me quedas mirando.
Mitras, me pregunto que forma habrá tenido aquel extraño apéndice que recién ahora me estaba dando cuenta que me faltaba…
Vuelves a la carga con lo lindo de tu niñez, de los tiempos en donde podías dejar la bicicleta afuera…
Te hablo de la geografía, de la demografía, te remarco la suerte que tuviste de haber nacido dentro de la adecuada familia en medio de un gobierno de facto.
Nos quedamos quietos, nos miramos, entrampados en el mismo argumento, la víbora mordiéndose la cola y las agujas del reloj avanzando…
Mientras, en otro lugar la guerra sigue, como históricamente siempre ha sido, desde que tengo memoria y desde antes de haber nacido.
Me doy cuenta que eso extirpado también te falta a vos.
La tele una vez más, la franja de Gaza, comentamos algo sobre lo antigua de la guerra esta, y sobre lo necesario de vender armas de cierto país del norte para costear gastos de otra guerra que no se pudo ganar.
No nos pasa nada.
Te pregunto si querés un fernet con coca, me dices que sí, nos vamos afuera, está linda la noche, llena de estrellas.
Tal vez lo extirpado vino como una necesidad de adaptación, tal vez necesitáramos estar como si nada mientras se están matando al lado, como históricamente siempre ha sido…
- O tal vez no haya sido siempre así, me dices… - haciendo girar los hielos sobre del oscuro líquido espumoso.
- Tal vez los seres humanos en algún tiempo no fueron indiferentes al sufrimiento de un par… -agregas.
- …tal vez estar impedidos de ver al otro como un par es lo que nos ciega. – digo.
- Tal vez antes había un órgano para alojar la empatía, - dices
En ese instante, como si se tratase de una coreografía los dos nos tocamos la misma cicatriz en el mismo lugar y se nos nubla la vista por las lágrimas…
- Tal vez, dices… recuperando la compostura.
Me recupero también, del tren de sentimientos y sensaciones ni el ruido en las vías queda.
Entonces empinas el fernet hasta el fondo mientras la noche nos tapa una vez más con el manto estrellado del anonimato.

viernes, 9 de enero de 2009

LA MIRADA


Conocí una vez a una persona maravillosa, de carácter franco, buenos sentimientos, responsable, alegre, cariñoso, considerado, inteligente y confiable con quién me encantaba el tiempo compartir.
Esta maravillosa persona me contaba de su andar por la vida, de sus viajes, de la gente que había conocido, de los que se le acercaba y los que se habían alejado, de las glorias y las sombras, de la vida misma que cada cual lleva bajo el ojo de este sol que pretende nada nuevo bajo su reinado.
La maravillosa persona construía bellos países en son sus palabras, con sus fotos, hacía entrar por el balcón las arenas del Sahara, el agua del Cena, las piedras del Machu Pichu, los actores de los musicales de Broadway, los cantos de la selva y la placidez de los lagos en oriente.
La maravillosa persona tendría una maravillosa vida, pensé, con tantas maravillas en su saco de experiencias, con todas las capacidades para disfrutarlas, con el sentido del asombro intacto y los ojos abiertos de par en par.
La maravillosa persona entonces me habló un día de su desamor, de la necesidad de estar en una relación seria, de extrañar un alguien que le esperar al volver, de un alguien para acompañarse en la vida, de las tristezas, las esperas, de las búsquedas y de las nuevas decepciones.
Tal vez no lo desee lo suficiente, pensé, pues con tales atributos, una cola debiera haber esperando por ocupar ese vacío lugar.
Tres años hace que le conozco ahora y nos hemos visto alguna que otra vez, cuando las distancias de achican y en ese tiempo nunca supe de quién pudiera estar con él como él decía añorar en nuestras charlas mientras dibujaba con el dedo en el aire de la noche los paisajes de épocas pasadas.
Un día me encontré con un amigo que le conocía y me dijo que se había enterado de una noticia referida a mi persona gracias a él, pero, como este amigo no se acordaba su nombre, rápidamente bombardeó con lo que consideraba más relevante y distintivo del otro para que yo me diera cuenta de que se trataba de la maravillosa persona: “El que tiene labio leporino”, dijo.
Ahí me acordé de la cicatriz en el labio y supe de quién se trataba, también me acordé del desasosiego, de la búsqueda, de las charlas y la danza de ciertas sombras.
Ahí comprendí.